Confía en la prueba

En cierta ocasión, Jesús se encontraba a la orilla del Lago de Galilea, y una multitud se congregó a su alrededor para escuchar su mensaje. Desde la playa, Jesús vio dos barcas vacías mientras los pescadores lavaban sus redes.

En cierta ocasión, Jesús se encontraba a la orilla del Lago de Galilea, y una multitud se congregó a su alrededor para escuchar su mensaje. Desde la playa, Jesús vio dos barcas vacías mientras los pescadores lavaban sus redes. Una de esas barcas pertenecía a Simón Pedro. Jesús subió a la barca y le pidió a Pedro que la alejara un poco de la orilla, y desde allí, comenzó a enseñar a la gente.
Al concluir su enseñanza, Jesús le dijo a Pedro: "Lleva la barca a la parte más profunda del lago y echa las redes para pescar". Aunque Pedro había trabajado toda la noche sin éxito, obedeció y lanzó las redes nuevamente. La pesca que obtuvieron fue tan abundante que las redes estaban a punto de romperse. Entonces, llamaron a sus compañeros que estaban en la otra barca para que los ayudaran. Ambas barcas se llenaron de peces hasta casi hundirse.


Al ver este milagro, Pedro se postró ante Jesús y exclamó: "¡Señor, apártate de mí, porque soy pecador!". Pero Jesús le dijo: "No temas, a partir de ahora, en lugar de pescar peces, te enseñaré a atraer seguidores hacia mí". Los pescadores llevaron las barcas a la orilla y dejaron todo para seguir a Jesús. Lucas 5:2-11
Reflexionando sobre esta historia, aprendemos varias lecciones importantes:
Debemos dejar de afanarnos por los quehaceres de la vida y busquemos que nuestros esfuerzos alaben a Dios confiando en su palabra, incluso cuando los esfuerzos previos no hayan dado frutos.
Debemos tener humildad al reconocer nuestras debilidades, y que necesitamos de su ayuda.
Debemos ser sinceros con Dios y reconocer nuestras faltas para recibir de la guía correcta y ayuda en nuestro caminar espiritual.

Como hijas de Dios, decidamos buscarlo diariamente a través de la oración y la lectura de su Palabra para recibir de Él y así poder dar a los demás. Permitamos que Dios trabaje a través de nosotras, experimentando su amor y presencia y reflejándolo con nuestros dones y talentos.
Oremos:
“Amado Padre, ayúdanos a ser humildes para reconocer que te necesitamos. Decidimos buscar tu dirección y sabiduría cada día. Permítenos ser canales de tu amor y bendición para aquellos que nos rodean. Que nuestras acciones y palabras reflejen tu gracia y verdad. En el nombre de Jesús. Amén”.

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Autora

Ale Abiú